Sobre concesiones y privatizaciones

En nuestro último editorial, una vez culminado el proceso electoral, advertimos que los gobiernos de la clase dominante no gobiernan para nosotros. El nuevo presidente no demoró en darnos la razón, y aún días antes de ser posesionado, anunció su intención de privatizar “vía concesión” los bienes y recursos nacionales más importantes: tres refinerías, CNT, carreteras y la venta de un banco.

No debemos olvidar que estas famosas “concesiones” son solo formas más avanzadas de “llevarse la carne y dejar el hueso”. La ventaja para el privado es que hace uso de la infraestructura ya instalada con inversión del pueblo ecuatoriano, para llevarse la utilidad que genera su operación durante un período de tiempo, dejando al estado “la propiedad” de bienes que terminarán depreciados, la administración de los inventarios, la responsabilidad ante los entes de control, la responsabilidad de remediaciones ambientales, etc.

La historia de las famosas concesiones realizadas durante la última década, especialmente en el sector petrolero, demuestra que el privado opera con la misma tarifa que el Estado le entrega, que las inversiones se realizan también con nuestro propio dinero, que  además, las famosas inversiones tienen más valor en el papel del contrato que en la realidad… “Invierten” nuestro propio dinero y se llevan una gran tajada de la utilidad de la operación.

La burguesía no le encuentra salida al problema, porque no la quiere encontrar. Si realmente pensarían en la Patria, se darían cuenta que la solución está en simplemente cumplir con la Constitución y la Ley, que garantizan autonomía financiera y administrativa a las empresas públicas. Es decir, la solución está en tratarlas precisamente como empresas.

A ninguna de sus propias empresas le retiran de las cuentas el flujo de caja para entregárselo en partes, disminuido y tarde, como lo hacen con las empresas estatales. A sus propias empresas las dejan funcionar y solo reciben de ellas las utilidades, de forma que la empresa pueda reinvertir, mantener su operación, adquirir repuestos, etc.

Lo mismo debe hacerse con las empresas estatales. Se precian de empresarios exitosos, entonces cumplan con el papel para el que fueron electos, y administren con eficiencia las empresas del Estado, en lugar de buscar regalarlas para beneficio de sus verdaderos representados.

Es nuestra tarea como trabaja-dores denunciar ante nuestro pueblo las atrocidades que se pretenden realizar con su patrimonio. Es nuestro deber defender las empresas de nuestra Patria.

¡Organizarse es comenzar a vencer!

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